miércoles, 10 de abril de 2013

El horror del desnaturalizamiento de las madres.


Este año volví a estudiar. La situación ha cambiado: casada, dueña de casa, madre.
El primer tiempo de clases me ha llevado a realizar varias reflexiones.
La primera que quiero compartir ha sido una de las más dolorosas...o al menos una de las que han causado en mí más conmoción.

 Resulta que cada vez que alguno de mis antiguos profesores (o cualquier persona adulta que no me ha visto desde hace tiempo) me ve y se acerca a saludarme -luego de mostrar alegría por mi regreso y blah blah blah- me pregunta qué pasará con mi hija las horas en que no estoy con ella.
 Mi respuesta en siempre una pequeña mueca de dolor en el rostro y la frase" está con mi madre, menos mal, pero igual me cuesta muchísimo dejarla". Es cierto.
La siguiente pregunta que me hacen es "¿qué edad tiene?. Y yo respondo "un año".

La consiguiente respuesta me descoloca..."ahhh, está grande ya"

¡Qué horror! ¿Cómo la gente puede considerar que un bebé al año de edad está grande para que su madre lo deje? Entiendo que en muchos casos, como en el mío, es necesario dejarlos por motivos que superan nuestro control total, pero de ahí a que "ya sea hora" de dejarlos hay un siglo.
Mi bebé tiene un año. Es la etapa en que está más receptiva al mundo. La etapa en que aprenderá a expresarse, la etapa en que aprenderá a interactuar, la etapa en que entenderá, a su modo, que la amo.

 ¿Cómo es que ha cambiado tanto el corazón de las mujeres y de la sociedad en general? Si yo puediera, no dejaría a mi hija jamás, pero para la mayoría de las madres, y según la visión de otros tantos, parece ser prioridad el desarrollo personal individual tanto de la madre como del hijo antes que ir a favor de la propia ley natural de la madre al cuidado de su cachorro.
Mal.
Triste panorama para el mundo.
Ya veo por qué el clima se ha puesto más frío año a año.