sábado, 29 de junio de 2019


 A estos árboles les falta tu agua, tu riego, tu sol. El sol de ese pelo, amarillo y encandilante. Tus piernas firmes y la postura de un hombre galán. 
 Tienes el andar de un instante y pasas demasiado rápido, pero las impresiones que dejas son perennes y en esas impresiones nado, me sumerjo, me agito. Platónica, cuántas veces me has dejado prendada de una ilusión. Anhelo escuchar más, oler más. Quizás, incluso, acariciar un poco. Reír con tus historias, ahondar en tu memoria, ahogarme en tus dilemas. 
Cada rincón de esta casa que es mi cuerpo necesita que lo habites con tu sonrisa tosca y escasa y tu intelecto de serpiente y tu ansiedad tremenda por no ser en este mundo.
Te veo como a una película, como una realidad tangible por un rato y luego tan solo como el recuerdo de la perfecta obra de arte. 
Tus palabras me suenan ajenas, a veces dices poco, otras simplemente nada. 

viernes, 14 de junio de 2019

Camilo, Camilún, Calulín, Calulais, Calu, Calún, Chanchu.

 Estar casada con un tipo como Camilo es, francamente, un poco abrumador. Hoy cumple años y es el día que se presta para que la gente diga lo que siente respecto de él. En ese contexto, se me acercaron algunas personas para enviar sus saludos. Escuché repetirse la frase "es un gran ser humano". ¿Qué se hace frente a esa frase? ¿Agradecer? ¿Apelar a  la falsa modestia? ¿Hablar de los defectos que a mi me son latentes en la vida íntima? Créanme, es difícil, pero la verdad es que es cierto, en resumen, es un gran tipo.
  Camilo entró en mi vida en un momento en que yo era crisis sobre crisis. El mismo hecho de empezar a relacionarnos mientras él se preparaba para ser cura fue dramático. Sin embargo, fue a través de esos puntos de quiebre como se me fue revelando la interioridad de quien en cierto momento me rescató. Podría escribir tantas cosas sobre él pero para qué enumerar aquello que por sí sólo se pone en evidencia. 
 Hoy me contó algo que caló profundamente en su emocionalidad. Entre los saludos que recibió, una de sus estudiantes dijo que estaba agradecida porque veía que en él efectivamente habitaban las virtudes que el colegio decía querer formar en sus alumnos y que le hace honor al lema de la insignia: "trabajar con alegría", pues jamás lo veía triste o enojado haciendo su pega. No sé si se puede agregar algo más a eso. La mejor forma de enseñar es con el ejemplo, dicen.
 Camilo es un tipo increíblemente sencillo en su forma de existir y me parece que es ahí donde radica su riqueza personal. Yo, por otro lado, vivo en una cueva de complejidades innecesarias. Pero ambos hemos crecido juntos, no me quito mérito en ello. En estos años de convivencia él ha sido capaz de escuchar tanto y de decir las frases precisas, necesarias y a veces dolorosas. Ha dilucidado con paciencia y aceptación tantas crudas verdades y más trascendentalmente, verdades que ni yo sabía sobre mí misma (y me sigue amando generosamente). De mí a cambio ha recibido el desequilibrio y el golpe de realidad necesarios para conocer sus límites y sus desbordes. Lo demás debe decirlo él. 

miércoles, 12 de junio de 2019

Libritos y librotes, personitas y personajes.




Hay en los libros una vía y en quienes somos aficionados a la lectura un caminante con ciertas características reconocibles. Primero se necesita una mente receptiva y expectante y, por supuesto,  un cierto nivel cultural, sin embargo, son los mismos libros los que te hacen alcanzar  ese mínimo nivel cultural, como un círculo.


 Siempre fui buena lectora. Siempre fui, en realidad, ñoña. He usado un porcentaje alto del tiempo del que dispongo en esta vida para recorrer páginas y páginas y páginas y siento que realmente no he leído nada. Tiene que ver con ello mi terrible déficit atencional y esa peculiaridad de mi memoria de recordar con claridad las sensaciones que me provoca una experiencia pero muy poco de la experiencia en sí misma. Ello quiere decir que, básicamente, no recuerdo las tramas de los libros que leo. Me sucede igual con las películas. 

 Me está pasando que hace mucho tiempo no logro satisfacer mis deseos lectores. Sinceramente no soy muy ambiciosa cuando decido abordar un libro: quiero lectura sencilla y entretenida y si me aporta para aprender de alguna materia, vamos. Casi la totalidad de lo que leo es narrativa.  

 Debo hacer una confesión: estoy cayendo trágicamente en la moda. Varios de los últimos volúmenes que he leído ha sido porque es "lo que se está leyendo" y ello me ha traído terribles desilusiones. En realidad estoy exagerando, no han sido tan terribles, aunque sí decepciones. Más que por las historias es por la calidad literaria y narrativa. Una cantidad inquietante de grandes historias pésimamente escritas han pasado delante de mis ojos y me han revelado una latente verdad: el nivel intelectual del promedio de lectores no es muy exigente. Terror considerando que en general son personas que tienen ese "cierto nivel cultural" del que antes hablé. A pesar de que he dicho que me gusta la narrativa sencilla, me desagrada la ligereza con la que han sido escritos algunos de los best sellers contemporáneos y me hace dar vueltas a una cuestión que me asusta: ¿será esa liviandad reflejo del nivel de quien escribe o simplemente una forma de vender más llegando a un público menos exigente y, por lo tanto, más masivo?¿Por qué sacrifican los autores la gracia poética y estilística? Quizás efectivamente no sea un sacrificio sino una simple manifestación de que los escritores no deben ser considerados eminencias intelectuales como alguna vez lo fueron. (Ok, fui largamente una ingenua).


 En fin, lo más trágico del asunto es cuánto me revela de una persona el saber si es o no buen lector y qué es lo que lee. En cuanto recibo esa información sobre alguien mi mente genera juicios que se transforman en "saquitos" que acompañan una imagen y que serán difíciles de quitar o llenar a menos que se de la instancia de nuevas conversaciones reveladoras sobre esos seres. No hace falta que esas conversaciones sean tan profundas, a veces una simple frase acertada o no (para mí) puede revelar tanto de ese otro que deje una impresión duradera. Durante los últimos cuatro años he conocido a muchas nuevas personas pero he ido cerrando el círculo y mucho de ello tiene que ver con mis juicios acerca de sus intereses lectores (si es que los hay). Así de drástico. A estas alturas de mi vida mis criterios ya son manías. Me da igual si es o no correcto.