lunes, 6 de julio de 2020

Siempre latentes las ganas de escribir y nunca sé sobre qué, aunque tengo cerros de ideas en la cabeza. Al tratar de visualizarlas solo imagino un montón de hojas otoñales amontonadas, crujientes y en esos tonos cálidos múltiples. Siento que todo ya está escrito, que las ideas se amontonan y no hay nada que no haya sido leído. Así que le escribiré al sujeto que no ha sido. El que habita este mundo en otras perspectivas, el que no sabe que el 2020 vivimos una pandemia y estamos en cuarentena hace cuatro meses. El año que parece apocalíptico. Quizás efectivamente nos acabemos. Teníamos una idea de día final muy distinta. Todo iba a pasar rápido, una infierno quemante y angustioso pero veloz. Puede ser que ese nunca fue el plan. Tal vez la idea era una muerte lenta, una agonía a pasos de caracol. Nos estamos apagando de a poco y no nos estamos dando cuenta. O no?
  La verdad no me preocupa. De un tiempo a esta parte he perdido muchos miedos. Podrían tener efecto en ello las pequeñas dosis de antidepresivos que consumo a diario. O quizás finalmente maduré. Quién sabe? Yo no, no sé nada. Tantas veces no sé ni quien soy.
 Así que aquí estoy, retomándome, sujeto-no-sido, intentando desarrollar uno de los talentos que creo que tengo y que nunca he cultivado, menos usufructuado. Bueno, al menos que cuente la vez que escribí un microcuento y gané frente al único contrincante. 
 El punto es que no puedo seguir tendida en los laureles. Hay materia en este cerebro y hay ganas. Pero siempre falta el impulso y me he propuesto vencerme. Entonces estoy escribiendo sobre mis ganas de escribir, a ver si así, poco a poco, me encamino hacia un viaje astral y termine escribiendo sobre metaverdades y trascendencia. 
Esta historia continuará...

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