viernes, 14 de junio de 2019

Camilo, Camilún, Calulín, Calulais, Calu, Calún, Chanchu.

 Estar casada con un tipo como Camilo es, francamente, un poco abrumador. Hoy cumple años y es el día que se presta para que la gente diga lo que siente respecto de él. En ese contexto, se me acercaron algunas personas para enviar sus saludos. Escuché repetirse la frase "es un gran ser humano". ¿Qué se hace frente a esa frase? ¿Agradecer? ¿Apelar a  la falsa modestia? ¿Hablar de los defectos que a mi me son latentes en la vida íntima? Créanme, es difícil, pero la verdad es que es cierto, en resumen, es un gran tipo.
  Camilo entró en mi vida en un momento en que yo era crisis sobre crisis. El mismo hecho de empezar a relacionarnos mientras él se preparaba para ser cura fue dramático. Sin embargo, fue a través de esos puntos de quiebre como se me fue revelando la interioridad de quien en cierto momento me rescató. Podría escribir tantas cosas sobre él pero para qué enumerar aquello que por sí sólo se pone en evidencia. 
 Hoy me contó algo que caló profundamente en su emocionalidad. Entre los saludos que recibió, una de sus estudiantes dijo que estaba agradecida porque veía que en él efectivamente habitaban las virtudes que el colegio decía querer formar en sus alumnos y que le hace honor al lema de la insignia: "trabajar con alegría", pues jamás lo veía triste o enojado haciendo su pega. No sé si se puede agregar algo más a eso. La mejor forma de enseñar es con el ejemplo, dicen.
 Camilo es un tipo increíblemente sencillo en su forma de existir y me parece que es ahí donde radica su riqueza personal. Yo, por otro lado, vivo en una cueva de complejidades innecesarias. Pero ambos hemos crecido juntos, no me quito mérito en ello. En estos años de convivencia él ha sido capaz de escuchar tanto y de decir las frases precisas, necesarias y a veces dolorosas. Ha dilucidado con paciencia y aceptación tantas crudas verdades y más trascendentalmente, verdades que ni yo sabía sobre mí misma (y me sigue amando generosamente). De mí a cambio ha recibido el desequilibrio y el golpe de realidad necesarios para conocer sus límites y sus desbordes. Lo demás debe decirlo él. 

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